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Contribuer aux commentairesToda la vida pasando por delante de este restaurante y nunca me había dado por entrar y sentarme a comer. Y después de leer críticas un tanto controvertidas, en las que unos lo ponen como una maravilla y otros por los suelos, me decidí a probar, con la sospecha de que me iba a gustar. Y no me equivoqué... Ante todo, queda muy claro que no estamos hablando de un local para gente remilgada o con mucha tontería. Es un sitio de los de toda la vida, muy tradicional y rústico, sin florituras. Los habituales echando la partida, soplando a gusto, con alguna que otra palabra en alto y algún juramento, pero sin molestar ni pasarse. Muy buen ambiente. Tiene que haber de todo y es normal y necesario que haya sitios modernos en los que encontrar cosas diferentes, pero también lo es que locales como La Taberna de Paco no desaparezcan, ya que son parte de la identidad de una ciudad que cada día se está diluyendo más y más. En cuanto a la comida... Como ya sabíamos, no hay carta y el camarero te dice directamente lo que tienen ese día. No hay muchísimos platos pero sí hay más que de sobra para elegir entre entrantes, carnes y pescados. Así que pedimos unas almejas a la marinera para empezar, y luego lechazo al horno, el cual nos recomendó el camarero. Hay una cosa importante que no hay que saltarse, y es que ahí solo están el dueño, Paco, en la cocina y el camarero en la barra y sirviendo mesas. Paco, a pesar de sus años, está sacando platos uno tras otro sin parar, y vaya mano que tiene cocinando!! Y su camarero no para un segundo, la verdad es que trabajan duro y no tardaron nada en servirnos lo que habíamos pedido. Las almejas estaban muy buenas, la verdad. Buen género y estaban cocinadas con buen gusto, la salsa muy bien ligada y melosa. Además, una ración generosa aunque no duraron ni 5 minutos en el plato. Y luego el lechazo... pues sencillamente, espectacular. Tiernísimo, jugoso y se notaba que era una cría muy joven por su sabor suave. Muy en su punto, la piel tostada y crujiente y el interior como mantequilla. Y la ración también muy generosa, por lo que pedimos postre ya sin muchas ganas y llenos, pero por probar a ver qué tal estaba lo que tenían. Una tarta de hojaldre que no estaba mal, aunque fue lo menos llamativo de lo que pedimos. Para acabar, el camarero nos invitó a un chupito antes de irnos, aunque el chupito fue un copazo, porque en copa nos lo sirvió y si no le decimos así vale , nos la llena hasta el borde. Muy majo y amable el hombre, durante todo el servicio. El precio, el normal. No nos pareció caro. No te regalan la comida y ofrecen calidad, por lo que hay que pagarla, pero tampoco se pasan. En resumen, una experiencia más que buena y habrá que ir más veces a probar otros platos.
No me quejo de la calidad ni del precio...... me quejo de que me engañen...... Pedimos unas rabas, unas gambas de palamost y un rodaballo que nos enseñaron con muy buena pinta a 60 euros...... Las rabas buenas pero escasisimas....... las gambas eran langostinos y el rodaballo.... pues o era el que nos enseñaron. Nos subieron 3 raciones y misteriosamente 2 de ellas eran cabeza. Asombroso!!!!!!! Un rodaballo de 2 cabezas. En fin. A engañar a otro por favor....
Aunque es un meson algo antiguo y mejorable en su asiento estético, las raciones están muy buen y el orecio es aceptable para lo que se pide.
Encargamos un arroz con bogavante para 5 personas que estaba bueno pero muy muy justo de cantidad. No tienen datáfono para pagar y hay personas que mientras comen están fumando cigarros, puros....
A pesar de poner en tripAdvisor que estaba cerrado, el restaurante estaba a pleno funcionamiento. Buena materia prima y platos riquísimos